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Soy @alvaroalegriam y aquí comparto mi visión personal sobre temas que me apasionan alrededor del mundo de los negocios, el emprendimiento y el crecimiento personal. Si a ti también te interesan, únete a los >2.780 suscriptores que ya forman parte de esta newsletter.
Reflexión
Como te he comentado alguna vez, tengo una mentalidad un poco contrarian que hace que siempre me despierte mucho interés mirar hacia el lado opuesto de donde todos señalan.
No se trata de llevar la contraria porque sí, sino de tomar mis propias decisiones y comprobar por qué no hay nada interesante a la izquierda, cuando todos señalan a la derecha.
Y uno de los temas con los que más se me activa este razonamiento es con el éxito. Todos lo buscamos, todos sabemos (aparentemente) reconocerlo y todos lo celebramos.
La edición de la semana pasada versaba precisamente sobre el éxito. O más concretamento sobre un éxito.
Pero, la aplastante realidad nos demuestra que el éxito es una anomalía y sin embargo, existen miles de libros escritos sobre el tema y todo internet está plagado de historias personales (como la mía de la semana pasada) celebrándolo con todo lujo de detalles.
Y yo me pregunto, ¿qué sentido tiene que todos los esfuerzos se dediquen a hablar de la anomalía y haya tan poca literatura sobre la norma general? No se me ocurre ningún otro tema donde esto suceda de una manera tan acusada.
Es posible que a ti te parezca una chorrada, pero lo cierto es que esta es una pregunta que a mi me obsesiona desde hace muchos años. Tanto es así, que tengo una libreta llena de ideas sobre dos proyectos relacionados con el fracaso:
Una web especializada en postmortems
Un evento donde el fracaso sea el elemento central
Los postmortemos son publicaciones escritas por los fundadores de startups o proyectos fracasados en los que comparten, de manera sincera y transparente, las razones por las que consideran que el proyecto fracasó. Aquí tienes un ejemplo.
Personalmente, creo que el valor de un postmorten para la comunidad es inmenso y por eso me sorprende tantísimo que sean tan escasos. Cuándo me paro a pensar los porqués, acabo siempre llegando a la misma conclusión:
En los países latinos, el fracaso es un estigma y por tanto, no hay ningún incentivo positivo en hablar públicamente sobre ello
Y digo expresamente en los países latinos, porque en el mundo anglo la cosa es muy distinta. Tenemos un ejemplo muy reciente al que hace poco le dediqué un Tweet
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Hecha la introducción al tema y habiendo sentado ya la premisa de que la mayorái de nosotros tenemos más probabilidades de fracasar que de tener éxito en nuestros proyectos, la pregunta que me surge inmediatamente es:
¿Se puede fallar bien?
Lo primero que tiene que quedar claro es que no pretendo romatizar el fracaso. Fallar es un resultado indeseado, desegradable y que no debe tomarse a la ligera por sus posibles consecuencias.
Pero creo que hay distintas maneras de fallar y que se puede fallar mal o fallar bien. Para mi, la diferencia radica, principalmente, en la cantidad de plumas que nos queden después de la pelea.
Fallar bien sería aquella situación donde, claramente, no hayamos logrado el objetivo pero nos queden fuerzas y motivación suficiente para intentarlo de nuevo o para no tener miedo a iniciar un nuevo proyecto.
Fallar mal, por el contrario, sería terminar tan tocado por el fracaso que seamos incapaces de enfrentarnos de nuevo a la incertidumbre de empezar algo nuevo.
Framework
Por ello, me gustaría compartir contigo, a modo de framework, algunas acciones/enfoques relacionadas con el éxito/fracaso que podrían servirte en el futuro para el caso de que quieras iniciar tu propio proyecto:
Reduce las probabilidades de fallo: Te sonará muy obvio, pero no lo es tanto. Muchas veces, nos lanzamos a perseguir un objetivo sin haber llevado antes un análisis sobre la dificultad real de la tarea y un análisis sincero y objetivo sobre nuestras propias capacidades. Estudia, analiza, detecta tus debilidades, los elementos fuera de tu control y trata de encontrar soluciones antes incluso de empezar. Pero ojo, no debes caer en la parálisis por análisis. No se trata de tener todas las respuestas antes de arrancar, sino de estar seguro de que cuentas con las herramientas necesarias para enfrentarte a lo que vaya apareciendo por el camino.
Prepárate mentalmente y gestiona tus expectativas: Como te comentaba antes, el fracaso no es bonito ni tenemos que endulzarlo. El fracaso sabe mal, a veces demasiado mal y por ello creo que es fundamental concienciarse de que es una opción real y hasta probable para lograr sobreponerse lo antes posible. Fallar da rabia, avergüenza, multiplica el síndrome del impostor y puede que incluso tenga consecuencias en nuestra economía, nuestras relaciones familares, de amistad. Asegúrate de que serás capaz de enfrentarte a todo esto en caso de que te llegue y si no, busca ayuda. Si crees que exagero, te recomiendo que eches un vistazo al proyecto Ancla.Life cuya misión es “Eliminar el estigma y prevenir las enfermedades mentales en el ámbito emprendedor de habla hispana.”
Limitar la consecuencias: El mundo emprendedor está envuelto en una narrativa de épica que convierte a los emprendedores en héroes y lanza mensajes como “go big or go home” o la versión más castiza “puerta grande o enfermería”. El problema, es que esas frases jamás se las escucharás a los que han pasado por la enfermería y recuerda siempre una cosa, por cada persona que gana un All-in, hay al menos otra que lo pierde. Olvida la épica y juégate sólo aquello que puedas permitirte perder. No sólo económicamente, sino a todos los niveles: tiempo, energia, reputación. Salvar las naves no es un acto de cobardía.
Identifica los porqués: Si por desgracia sufres un fracaso, es absolutamente esencial que te pongas a analizarlo desde el minuto cero, cuando todo es aún reciente. Identifica las causas que han provocado esa situación, qué decisones tomaste que no tuvieron el resultado esperado y qué elementos externos fuera de tu control contribuyeron al resultado final. Disecciona tu fracaso todo lo que puedas hasta tener cristalino qué deberías haber hecho diferente.
Interioriza el aprendizaje: Analizar es necesario, pero no suficiente. Una vez que tengas claro cuáles fueron los fallos, debes estudiar las alternativas que tenías disponible y aprendértelas a fuego para no caer de nuevo en los mismos errores.
Comparte la experiencia: Sería poco coherente por mi parte, después de haber pedido más post mortems, no animarte a ti a compartir tu experiencia en caso de que creas que la misma puede ayudar a otros a evitar tropezar en las mismas piedras.
Dando la cara
Para terminar por hoy, me gustaría dar ejemplo y contribuir a desdramatizar el fracaso compartiendo algunos de mis tropiezos más recientes:
En qué podemos ayudarte Era un proyecto que pretendía poner en contacto a personas que neceistaban ayuda con otras dispuestas a ayudar.
Mi programa de referidos Hace unos meses lancé un programa de referidos para intentar involucraros en la expansión de esta newsletter y siendo honestos, podemos considerarlo un fracaso.
Patrocinadores de contenido Fue un intento de vender una base de datos con empresas patrocinadoras, con nulo éxito. Peeeeeero, este fracaso fue el germen de Patrocify del que, por cierto, tendréis noticias en la próxima edición.
Si os interesa, quizás en el futuro haga ediciones postmortem explicando qué es lo que creo que falló en cada uno de esos casos.
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Y si puedes dedicarme un segundo, me ayudaría muchísimo que le pusieras nota a esta edición para seguir mejorando.
Me despido.
Nos vemos leemos en 7 días.
Un abrazo
Álvaro