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Antes de pasar a la edición de hoy, quería daros las gracias por la paciencia de estas últimas semanas. Por primera vez en 10 años, no he abierto el ordenador durante todas las vacaciones y eso ha tenido como consecuencia, entre otras cosas, que no haya enviado ninguna newsletter durante el verano.
La parte positiva es, por un lado, que vuelvo a tener bastantes ganas de escribir y por otro lado, que he podido dedicar bastante tiempo a pensar cuál quiero que sea el camino de esta newsletter durante el próximo año. Lo iremos descubriendo juntos durante las próximas ediciones.
Pasemos al tema de hoy.
Por dar contexto rápido a los que me leeis desde hace menos tiempo, Vuvuzela es una empresa que se dedica a la producción y emisión de eventos en streaming (principalmente deportes) y de la que hace poco más de 3 años compré un 20%.
Tienes mucho más detalle en esta edición dónde cuento el proceso cronológicamente:
El caso es que hoy, 6 de septiembre de 2022, he firmado en el notario la venta de mis participaciones y como en su día conté el proceso de la compra, me parecía que podría interesaros leer sobre el proceso de la venta.
Empecemos por lo más sencillo.
¿Por qué la he vendido?
La respuesta rápida es porque me lo han pedido mis socios. Pero el transfondo es un poco más complejo.
Entre 2019 y 2022 la facturación de la empresa se ha multiplicado por 12, llegando a superar los 600.000€ lo que es una cifra espectacular si tenemos en cuenta que se fundó con un capital de 9.000€ y que jamas se han hecho ampliaciones.
Todo el crecimiento ha sido, como suele decirse, a pulmón y más concretamente a base del pulmón y del tiempo de mis socios. Y a pesar de que son casi superhéroes, ellos también tienen límite y lo habíamos alcanzado.
Para lograr llevar la compañía al siguiente nivel, ya no bastaba con el impulso que nosotros éramos capaces de darle y eso nos dejaba tres posibles alternativas:
Rendirnos y asumir que este era el final del camino; liquidar la compañía y tirar por la borda todo el esfuerzo invertido los últimos 4 años.
Levantar capital y usar el dinero para contratar sangre fresca que, con su energía, empujara todo hacia arriba; asumiendo la dilución que eso provocaría en todos los socios.
Dar entrada a un socio estratégico que no sólo complementara nuestras carencias, sino que, como parte del accionariado, tuviera un incentivo claro de hacerla crecer.
Había que esocger una de las tres.
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La decisión
Si cualquiera me hubiera preguntado algo similar en el pasado, probablemente me hubiera parecido una decisión más complicada de tomar de lo que realmente fue.
La primera de las tres opciones estaba descartada desde el minuto cero. Nadie quería ver naufragar un barco que, perfectamente, podía seguir a flote.
Y entras las otras dos opciones, la decisión consistía, desde mi punto de vista, en qué era lo más justo para todos los socios.
Levantar capital suponía que todos nos diluíriamos y que los que habían estado empunado con todo hasta ahora, probablemente tendrían que seguir haciéndolo unos cuantos meses más para cerrar la ronda primero y contratar el talento después.
En cambio, dar entrada a un nuevo socio podía hacerse sin diluir a todos los socios existentes. Bastaba con que alguno o algunos de los actuales vendiera nuestra participación.
En mi contexto personal, teniendo en cuenta el pasado, el presente y el futuro, creí que la opción más justa era la tercera porque si a día de hoy mi participación tenía valor era, indiscutiblemente, gracias al esfuerzo de mis socios y porque, en el corto plazo, la realidad es que yo seguiría sin poder aportar el mismo valor que ellos a la compañía.
Por ello, cuando estos me plantearon la tercera opción, no tuve problemas en aceptar. La única condición que puse es que el precio de venta fuera razonable.
El precio
La cifra exacta no te la diré. La razón es respetar la privacidad del comprador que, probablemente, no quiera que se sepa lo que ha pagado.
Lo que si puedo decirte es que yo estoy satisfecho con la operación. Al final, entre los dividendos y el precio de venta, mi rentabilidad neta se acerca al 70%. Creo que puede considerarse un éxito si tenemos en cuenta que ha sido en 3 años y que hablamos de una inversión inicial de 5 cifras.
Cuando entro en cualquiera de estas operaciones es asumiendo que el riesgo de pérdida total es alto; así que sienta realmente bien cómo ha salido en este caso.
Aprendizajes
Más allá del precio, sería directamente estúpido si no valorara con todo su peso los apendizajes y experiencias que me llevo de este tiempo. Como dirían los anglosajones What a ride it has been!
Tendria contenido para escibir 10 newsletters, así que voy a intentar ser conciso y centrarme en los más relevantes:
La confianza y la transparencia con tus socios es absolutamente fundamental para que la cosa funcione. Poder decirse las cosas abiertamente, especialmente las menos bonitas, ayuda a evitar las suspicacias y centrarse en las soluciones.
La agilidad puede salvarte la vida. Cuando se paralizaron todas las competiciones deportivas por el COVID y nos quedamos sin proyectos, tardamos 7 días (¡¡siete!!) en pivotar hacia el mundo de la música, montar una plataforma y dar nuestro primer concierto. Eso nos mantuvo activos, hizo que se conociera nuestro nombre y provocó cosas locas como trabajar con Taburete o con participantes de Eurovisión.
Las dificultades se pueden convertir en una oportunidad. Lo que el COVID nos quitó en un primer momento, nos lo devolvió después multiplicado por diez. Las competiciones deportivas se reanudaron sin público en los estados durante bastantes meses y la única manera que tenían muchos equipos de seguir conectados con sus aficionados era retransmitiendo sus partidos por streaming. Nuestro negocio creció como la espuma y de nuevo pasaron cosas inimaginables para nosotros. Pasamos de trabajar con equipos de categorías inferiores a llegar a la élite de varios deportes: Fuimos productora oficial del mejor equipo del mundo de futbol sala, firmamos un contrato con la RFEF, hemos emitido partidos con equipos de primera división de fútbol y sin ir más lejos, esta misma semana se ha anunciado esto
Otro de los aprendizajes que me llevo a fuego es que vender es un arte y que hacerlo bien es realmente complicado. Por mucho que un cliente necesite tus servicios, es imprescindible que sepas transmitir el valor que realmente aportas y cómo ese valor se traduce en un precio por tus servicios.
Y creo que el último que merece la pena destacar es que he podido poner a prueba mis valores y comprobar si de verdad lo eran. Cuando compré mi participación, le dije a mi amigo (uno de los socios) que el dinero jamás sería un problema entre nosotros y así ha sido. La tranquilidad que esto me da, de cara a posibles negocios con amigos en el futuro para mi vale oro.
Y hasta aquí todo por hoy. Siento que me dejo muchas cosas sin contar así que si te interesa algún tema en especial sobre esta experiencia, no dejes de decírmelo porque, si veo que el interés es grande, quizás pueda escribir una newsletter sobre ese asunto en el futuro.
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Me despido.
Nos vemos leemos en 7 días.
Un abrazo
Álvaro
¡Me ha gustado mucho Álvaro! Muy honesto y sincero como siempre.
Me quedo con el tema aprendizajes, porque estoy seguro de que si no hubiese salido bien a nivel económico (hay que tener mucho cuidado con el sesgo de supervivencia), ya habría merecido la pena.