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Tengo la sensación de que digo muchas veces que la newsletter de esta semana será algo distinta pero, definitivamente, esta semana lo será.
Hace solo unos días aparecía por Twitter una noticia de Business Insider con este titular:
“Los inquietantes planes de Amazon para que Alexa imite la voz de cualquier persona, viva o muerta, a partir de un solo minuto de audio”
Y lo creas o no, a finales de 2019 estuve discutiendo con mi amigo Santiago Morante sobre cómo la tecnología podría terminar con el concepto de muerte tal y como lo conocemos hoy en día.
Esas conversaciones acabaron convirtiéndose en un libro en forma de conversación y hoy he querido traerte un extracto de esas conversaciones que versan justo sobre el tema de la noticia.
¿Es el fin de la muerte?
Te dejo la conversación:
Álvaro
¿crees que hoy en día el concepto de muerte sigue siendo el mismo que tenían nuestros padres? Yo me lo planteo en dos esferas diferentes. Por un lado, el de la muerte física y, por otro, el de la muerte como pérdida del ser. En cuanto a la muerte física, la tecnología está logrando prolongar la esperanza de vida cada vez más y, en términos matemáticos, eso supone decir que la vida tiende a infinito o lo que es lo mismo, a la inmortalidad.
Por otro lado, mientras llega dicha inmortalidad, la muerte tampoco es lo que era. Hace sólo unas pocas décadas, el fallecimiento de un ser querido suponía su práctica desaparición de la historia, salvo para sus familiares y conocidos. Sólo
aquellos que habían cosechado logros importantes permanecían en la memoria del resto. Sin embargo, las redes sociales están provocando que, tras la muerte física, siga existiendo un registro completo y “accesible” a la vida de una persona: quién era, qué le gustaba, qué hizo cada día de su vida. Es lo que se llama el legado digital y posee actualmente una importancia mucho mayor de lo que la mayoría pueda creer.
Santiago
En cuanto al tema de la muerte física, creo que es probable que ahora se valore más la vida, por el hecho de que éstas duran más y es menos común que la gente muera de cosas que antes eran habituales. Un efecto a la vez positivo y negativo de las tecnologías que alargan la vida es que, por un lado, vivimos más y mejor (positivo) pero, por otro, somos cada vez más en el mundo y nos estamos condenando a una muerte por éxito debido a la superpoblación (negativo). Aquí se puede hablar de nuevo de los sacrificios que está dispuesto a hacer el individuo por la supervivencia del grupo, por ejemplo, ¿detenemos el avance de la ciencia/tecnología sanitaria porque no hay recursos para que la gente viva aún más años o nos ponemos una venda y caminamos hacia el precipicio de la falta de recursos? ¿seguimos avanzando en ciencia médica, y, a cambio, ponemos cotas a la reproducción? ¿dejamos, como hasta ahora, que cada país avance a su ritmo, condenando a los países pobres a vivir menos y peor?
Por otro lado, en lo referente a la muerte como la pérdida de la historia de una persona, es indudable que ahora tenemos muchos más soportes en los que almacenar esa información. No creo que esa información sirva en exceso para consolar a los familiares por la pérdida de su ser querido. Creo que la utilidad será más histórica que sentimental. A lo mejor tú puedes darme más luz sobre las consecuencias que vislumbras en este tema.
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Álvaro
Yo no hablaría de consecuencias, pues creo que me falta mucho conocimiento para poder ofrecer una visión de lo que podría pasar. La duda que sigo planteándote es si crees que conservaremos el mismo concepto de muerte si, gracias a la tecnología, podemos separar la muerte física de la muerte del ser. ¿Crees que te dolería igual la muerte de un ser querido si, a pesar de no poder volver a tener contacto físico con dicha persona, pudieras interactuar con ella cada vez que quisieras a través de una pantalla?
Las tecnologías de procesamiento de imagen y sonido disponibles hoy permiten crear reproducciones totalmente fieles de la imagen y voz de una persona. Mañana mismo podría enseñarte un vídeo tuyo, en el que aparecieras en un lugar en el que nunca has estado, hablando sobre un tema del que nunca has hablado y, salvo tú y yo, los demás tendrían muchas dificultades para diferenciar si es un vídeo real o un montaje.
Si a esa tecnología le unieras, por un lado, la capacidad de interactuar de manera natural y en tiempo real (como ya apuntan los chatbots más avanzados) que permitiera mantener una conversación fluida y, por otro lado, fuéramos capaces de generar una conciencia artificial cargada con los valores y recuerdos de esa persona, podrías llegar a tener una experiencia realmente similar a la que tendrías hablando con esa misma persona en vida.
Si nos abstraemos del hecho de que una persona esté físicamente muerta (que no es poco), ¿qué diferencia habría entre lo que te cuento y unos padres que hablan con un hijo a través de Skype o facetime porque vive a 10.000kms? Piensa en las aplicaciones que podría tener algo así para los vivos, ya no sólo para paliar la soledad, sino niños que podrían conocer a los padres o abuelos que murieron cuando ellos eran demasiado jóvenes o incluso cuando aún estaban en el vientre de su madre; viudos que podrían seguir interactuando con el amor perdido o, en temas mucho menos “dulces” como consultar dudas sobre un testamento con el propio fallecido.
Todos estos ejemplos y los cientos de aplicaciones adicionales que podrían surgir son los que me hacen pensar que el concepto de muerte cambiará en el futuro.
Santiago
“Que sea útil, aunque sea falso”, entiendo que sería un resumen de tu planteamiento. Pienso en la persona mayor que recibe una llamada de un ser querido, aunque en realidad detrás esté una IA, y en como estará igualmente contenta por el hecho de que alguien le llama. Casi todas las aplicaciones que planteas son tristes, en el sentido de que intentan aliviar una situación real aciaga, mediante parches. En ese sentido pienso que lo que haga feliz a la persona, bien está. No creo que el concepto de muerte varíe demasiado, la mayoría somos conscientes de que la situación triste no se va a arreglar por muchas luces y colores que aparezcan en la pantalla, pero si puede ayudar a sobrellevarlo en algunos casos.
Me lo planteo en primera persona y en cómo me afectaría una de esas situaciones y, personalmente, no me aliviarían estos avatares virtuales. De hecho, ni siquiera querría verlos, me generarían rechazo, pues me estarían recordando constantemente a la persona perdida. No me estoy refiriendo a un rechazo de tipo “Uncanny Valley” (o valle inquietante), en el que el rechazo proviene de que la semejanza con el ser representado no termina de ser completamente realista, sino de un rechazo a su existencia en sí misma, por muy perfecto que sea. Sin embargo, entiendo que no todas las personas gestionarán sus emociones igual y que estos avatares pueden tener sus nichos de aplicación.
¿Y tú qué opinas de todo esto?
Hasta aquí todo por hoy.
Como siempre, si te ha gustado, te agradecería mucho que lo compartas
Me despido.
Nos vemos en 7 días
Un abrazo.
Álvaro