¡Hola✋!
Soy @alvaroalegriam y aquí comparto mi visión personal sobre temas que me apasionan alrededor del mundo de los negocios, el emprendimiento y el crecimiento personal. Si a ti también te interesan, únete a los >2.275 suscriptores que ya forman parte de esta newsletter.
Al igual que la semana pasada, pensé que hoy no habría edición pero, en este caso, por una razón diferente.
Si hace 7 días creí que que no tendría tiempo de hacerlo debido al nacimiento de mi hijo, esta semana se debe a que, con todo lo que está sucediendo en Ucrania, me daba la sensación de que hablar de cualquier tema relacionado con el dinero sería totalmente frívolo y estaría completamente fuera de lugar.
Este sentimiento tiene mucho que ver con que mi idea inicial era haberte presentado hoy el primer side project que lanzaré este año 2022. Pero, como digo, no me sentía nada a gusto haciéndolo en estas circunstancias.
Quizás te pueda parecer exagerado, pero la realidad es que esta guerra me está afectando como ninguna antes. Puede que por mi reciente paternidad, puede que por ser la que más cerca he tenido o porque como consecuencia de la cantidad de información que recibimos en tiempo real, lo estamos viviendo casi en primera persona.
El caso es que, de verdad, me sentiría mal conmigo mismo hablando sobre un proyecto destinado a ganar dinero.
En cambio, si me gustaría compartir contigo un tema que ha surgido estas últimas horas y sobre el que creo que todos deberíamos reflexionar por las implicaciones que puede tener en el futuro para todos nosotros: las empresas-estado.
Desconozco si existe un término técnico o más extendido para definirlas pero yo me refiero a aquellas empresas que tienen poder, influencia y capacidades equiparables a las de un país.
Fíjate por ejemplo en esta imagen, en la que se compara el poder económico de algunas empresa en comparación con el PIB de algunos países.
¿Es bueno que una empresa tenga tanto poder?
Te reconozco que no tengo una postura clara sobre este asunto y por eso hoy no pretendo darte una opinión, sino compartir este tema contigo para invitarte a que hagas tu propia reflexión.
Hace años que se viene levantando la voz sobre los potenciales riesgos que pueden suponer algunas de las empresas más poderosas del mundo.
Se habla, por ejemplo, del papel negativo y parcial que ha jugado Facebook en algunos de los acontecimientos recientes más importantes como el Brexit o las últimas elecciones americanas.
Y no son pocas las autoridades en Estados Unidos que vienen reclamando “partir” la compañía para reducir su tamaño y restarle poder.
En otro ejemplo reciente, hemos visto también como VISA y Mastercard impusieron sus decisiones a otras compañías (Pornhub, Onlyfans, entre otras) usando, como amenaza, la eliminación de los pagos con tarjeta, limitando así sus vías de financiación.
Y no debemos olvidar tampoco como Twitter eliminó, ni más ni menos, la cuenta personal del que, en ese momento, era el presidente de Estados Unidos.
La guerra de Ucrania está siendo un ejemplo exponencial sobre cómo, determinadas empresas, tienen capacidad para contrarrestar e incluso someter la voluntad de algunos Estados.
A continuación, algunos ejemplos de los movimientos que se han producido los últimos días:
Elon Musk ha activado en Ucrania su sistema de conexión a internet por satélite (Starlink) para dotar de conexión al país ante posibles ataques rusos a las infraestructuras de comunicación.
Múltiples compañías de telecomunicaciones (Verizon, Tree, Telefónica) han eliminado la tarificación y el roaming para cualquier comunicación entrante o saliente con Ucrania.
AirBnB ha ofrecido alojamiento gratuito para 100.000 refugiados que han escapado del país.
Etsy ha perdonado todas las deudas pendientes de sus usuarios Ucranianos que supone un importe de 4M de dólares.
Facebook ha limitado las publicaciones de las cuentas estatales rusas para contrarrestar la propaganda.
Twitter ha bloqueado la posibilidad de hacer anuncios de pago en Ucrania y Rusia para asegurar un acceso libre a la información.
En este caso, estoy convencido de que la mayoría estamos a favor de las acciones adoptadas por parte de estas compañías porque están a favor de Ucrania.
Pero ¿Y si se hubieran puesto del lado de Rusia?
¿Y si VISA bloqueara las donaciones hacia el pueblo Ucraniano? ¿Y si Elon Musk o alguna compañía de Telecomunicaciones aislara Ucrania con el exterior? ¿Y si una compañía eléctrica decidiera cortar el suministro de energía?
Los países y las instituciones supranacionales como la Unión Europea toman decisiones conforme a los principios de sus constituciones o sus cartas fundacionales. Todos sabemos, de antemano, que Estados defienden la democracia y cuales no, por ejemplo.
Pero ¿Quién decide a que bando apoyará una u otra compañías en el futuro? ¿Dónde explican qué principios adoptarán en caso de un evento como el que está tiendo lugar estos días? ¿Por qué Airbnb no ha hecho nunca algo similar en las miles de catástrofes anteriores a lo largo de todo el globo?
Hasta ahora, las empresas se habían limitado a apoyar causas sociales (cambio climático, defensa de los derechos LGTBI, igualdad de género) que no tenían un adversario identificado. Sin embargo, en esta guerra hay dos bandos perfectamente identificados y muchas empresas han escogido uno, lo que supone un claro punto de inflexión.
Y ahora, ¿Qué nos espera en el futuro? ¿serán desde ahora las empresas un actor activo en los conflictos internacionales? ¿Dónde se dibujarán las líneas rojas sobre lo que puede o debe hacer una empresa?
Son muchas las preguntas que tendremos que responder en el futuro.
Si te ha gustado la edición de hoy, te agradecería que me ayudaras a difundirla compartiéndola con el mundo.
Y si quieres tener acceso a una comunidad que va creciendo, recibir contenido adicional y charlar sobre todos los temas de la newsletter, te recuerdo que formar parte del programa es absolutamente gratis y que es tan sencillo como registrarte en esta web y conseguir los hitos.
Hasta aquí todo por hoy.
Nos vemos en 7 días
Un abrazo.
Hola Álvaro, comparto tu punto de vista y tu inquietud. Sin embargo, creo que las empresas, al igual, que los partidos políticos, no se enfrentarán nunca a la opinión pública. En este caso toman partido por Ucrania justamente porque la opinión pública -que forman sus consumidores- está de ese lado. Creo que el poder de estas compañías llega hasta ahí. Otra cosa será la capacidad de influencia que puedan tener para manipular a esa opinión pública.
Muchas gracias por el esfuerzo que haces en compartir cada semana tus reflexiones.