#16. Cómo compré una empresa
¡Hola✋!
Soy @alvaroalegriam y estas leyendo mi newsletter semanal. El lugar donde comparto contigo mi camino hacia la independencia financiera.
Si me has leído aquí o en twitter, lo más probable es que ya estés al tanto de que soy socio de una productora especializada en streaming.
Hasta ahora he ido contando cosas desordenadas, pero ha llegado el día de que te lo cuente bien; porque creo que con esta empresa puedo llegar a marcarme un home run.
Empezamos.
Septiembre de 2018
Quedo una tarde de domingo a tomar un café con uno de mis mejores amigos.
En un momento dado, saca el teléfono y se pone a ver un partido de fútbol femenino sin audio.
Cuando me fijo en lo que está viendo, me pide disculpas y me cuenta que está comprobando qué tal se ve la imagen, porque es uno de los primeros partidos que emiten.
Mi colega y unos socios han montado una productora para emitir deporte femenino y deporte adaptado.
No le digo nada, pero me invade una gran sensación de envidia.
Yo estoy siempre dándole vueltas a la cabeza. Tengo 200 ideas cada día, pero al final ninguna me convence tanto como para lanzarme a por ella.
Y de pronto, va mi amigo y tiene una idea cojonuda.
Y yo estoy fuera.
Vaya mierda.
Marzo de 2019
La envidia duró una tarde.
Pero el negocio no se me iba de la cabeza.
Durante los meses siguientes fui preguntándole a menudo cómo iba la empresa y qué cosas estaban haciendo.
Yo seguía sin tener una idea mejor que me llenara la mente. Así que estudiaba sobre el tema. Leía tendencias del sector en otros países; pensaba nuevas aplicaciones en otros sectores y no sólo no perdía el interés, sino que cada vez me parecía una idea mejor.
Mi amigo y sus socios habían dado en el clavo. Si lo hacían bien, la jugada podría ser tremenda y me alegraba mucho por ellos.
Una tarde, le pregunté a mi amigo si le importaba que compartiera con ellos algunas ideas que había trabajado y por supuesto me dijo que sí.
Aunque me encantaba la empresa, cuando le envié las ideas lo hice sin ningún interés por entrar.
Bueno, para ser honesto, interés tenía. Lo que no tenía era ninguna esperanza.
La empresa ya estaba creada. Funcionaba bien. Y al fin y al cabo yo conocía a un socio, pero en total eran cuatro.
Yo no pintaba nada.
O sí…
Mayo de 2019
Resulta que mis ideas les gustaron mucho.
Aunque yo creo que en realidad no fueron mis ideas lo que les gustó.
Lo que les atrajo fue encontrar a alguien que veía mucho potencial en su empresa, que traía una visión novedosa y que tenía ganas de liarse la manta a la cabeza en un negocio que apenas estaba empezando.
Pasaron las semanas y nos reunimos varias veces.
Cada vez había más feeling entre nosotros y llegó el día en que e propusieron montar una empresa paralela.
Mi respuesta fue que no lo veía.
Fui totalmente transparente con ellos y en ningún momento hubo tensión ni malos rollos.
Les expliqué claramente los problemas que nos traería la estructura que me proponían y repetí, como ya les había comentado muchas veces, que mi amistad con mi amigo estaba por delante de cualquier cosa.
Cero dramas. Un abrazo y hasta la próxima.
Junio de 2019
Una o dos semanas después me escribe mi amigo.
“Le hemos dado una vuelta. Hemos hablado con el resto de socios y vamos a ofrecerte participar en la empresa. Así nos ahorramos complicaciones y tú te sientes parte igual que los demás”.
Esto ya era otra cosa. Así sí podría funcionar para mí. Pero había que seguir hablando.
Yo no escondí que me ilusionaba la idea pero, como te conté en otra newsletter, debes escoger a tus socios como su fueras a casarte con ellos.
En este caso, era ellos los que se iban a casar conmigo. Y yo necesitaba estar seguro de que todos me darían el “sí quiero”.
Hablé con ellos y todos me querían dentro. Ahora, quedaba lo más complicado…
Hablar de dinero.
Hasta ese momento, yo no tenía ninguna información sobre los economics.
Ninguna. Cero. Zero.
Lo único que tenía claro era lo que yo estaba dispuesto a invertir en ese momento.
Hacía un año que mi mujer y yo habíamos comprado una casa como inversión (eso en otra newsletter) y la cifra que estaba dispuesto a jugarme como máximo era muy concreta.
Y muy redonda.
Julio de 2019
A principios del mes de julio me pasaron su propuesta.
Me ofrecían hacerme con un 20% de la empresa, comprando un 10% a un socio y un 5% a otros dos socios.
Con ese reparto, yo pasaría a ser el tercer mayor accionista.
Dos socios tendrían un 30% cada uno, yo el 20% y otros dos, un 10% cada uno.
¿Y el precio? 200€ por debajo de la cifra que yo estaba dispuesto a invertir. Un poco más y no estaría escribiendo esta newsletter.
Pero aún así, la cifra había que estudiarla bien.
Les pedí que me justificaran la valoración que habían hecho y que me pasaran las cuentas y otra documentación para hacer una mini due diligence.
Todo en orden.
He de reconocer que podría haber peleado la valoración en aquel momento, pero no quise hacerlo por dos cosas:
No quería ofenderles y perder la oportuniad de entrar en el accionariado.
La valoración era de una empresa en el año 2019, pero yo estaba comprando una empresa de futuro que, con suerte, valdría mucho más en el futuro.
A finales de julio, nos vimos los cinco en el notario y me convertí en accionista de Grupo Vuvuzela.
Me sentía el rey del mambo. Tenía 35 años y acababa de comprar una empresa.
De acuerdo, sólo una parte. Pero fue y sigue siendo una sensación brutal.
Porque esto no ha hecho nada más que empezar.
La semana que viene
Esta newsletter me iba a quedar muy larga, así que he tenido que dividirla en varios trozos para hacerla digerible. La semana que viene te cuento qué hacemos en el día a día y las cosas tan brutales que nos han pasado en 2020.
Nos vemos por aquí en 7 días. Si te ha gustado el contenido y no te quieres perder nada, te recomiendo que te suscribas.
Un abrazo.
Álvaro