#15. No me gusta la bolsa
¡Hola✋!
Soy @alvaroalegriam y estas leyendo mi newsletter semanal. El lugar donde comparto contigo mi camino hacia la independencia financiera.
No me gusta la bolsa.
Y estoy convencido de que no soy el único.
Pero en este creciente mundo de los que buscamos la independencia financiera, parece que el camino debe pasar sí o sí a través de las empresas cotizadas.
¿Estoy en contra de invertir en bolsa?
En absoluto. No soy tan simple como para estar en contra de algo únicamente porque no me guste.
¿Significa esto que no estoy invertido en bolsa?
Tampoco.
Soy capaz de enfrentarme a mis propios gustos si creo que hacerlo puede traerme beneficios.
Pero no me gusta. Y hoy te voy a contar por qué.
No la entiendo
No entiendo la bolsa.
Es una realidad objetiva e inconstestable.
Leo sobre análisis técnicos, olas, resistencias, PER y entiendo poco.
Estudio sobre estrategias de inversión en value, en growth, en dividendos y no me puede motivar menos.
Y no te digo ya si empezamos con balanceos de cartera, compensación del riesgo de divisas, etc, etc. Me duermo por las esquinas.
El resultado de no entender la bolsa es que cada vez que estoy convencido de que una acción tendrá una reacción concreta, acaba pasando algo totalmente distinto.
En mi mano estaría cambiarlo. Si estudiara más, probablemente cambiaría mi visión sobre el tema. Pero me falta motivación.
No es racional
Otro de los aspectos que hacen que no me atraiga la bolsa es que es un tipo de inversión que, en el corto plazo, depende de los estados de ánimo de la gente.
A largo plazo, las compañías suelen acabar donde merecen. Pero a corto plazo, me desasosiega que una compañía pueda variar su capitalización, en ambos sentidos, en miles de millones euros, en pocas semanas.
Los largoplacistas no tienen problemas con esto, porque según la mayoría de ellos, no miran nunca los índices. No les importa lo que haga el precio de la acción en unas pocas sesiones. Pero a mí me cuesta, la verdad.
Que mi patrimonio dependa de la avaricia o el miedo del resto, no es mi ideal de inversión.
No es justa
Cualquier inversión, incluso si es en uno mismo, depende de múltiples factores que no podemos controlar.
Afectan aspectos como la situación económica general, el timing, la competencia y otros múltiples factores. Lo que sucede, es que dichos factores suelen afectar a todos por igual o, al menos, casi por igual.
Sin embargo, “jugar a la bolsa” como inversor particular es como participar en una carrera de MotoGP con un triciclo.
Nosotros vamos jugando con nuestros cientos o nuestros pocos miles de euros en el mismo terreno en el que juegan ballenas capaces de mover el mercado en un sentido (o en el otro).
Nosotros participamos con la mejor de nuestras capacidades, compitiendo con roboadvisors que usan inteligencia artificial y que son capaces de hacer miles de operaciones en el tiempo que nosotros decidimos el céntimo al que poner el stop loss.
Y sobre todo (y entiendo que esto es una opinión muy personal) no es justa desde que se puede competir en contra de los intereses de una propia compañía. Me refiero a los cortos.
Para mí, la inversión está relacionada con crear valor y no acabo de encajar del todo bien que se pueda ganar dinero cuando una compañía pierde valor.
Son las reglas. No lo discuto. Pero no me siento cómodo con ellas.
No puedo influir
Si has leído la presentación de mi newsletter, sabrás que la razón principal por la que busco la independencia financiera es muy clara: me angustia la idea de que mi futuro dependa de otra persona.
Pues con la bolsa tengo una sensación muy similar.
Como te digo, yo invierto esperando que el valor de las compañías aumente en el futuro. Y eso depende (entre otras cosas) de que la gente de dichas empresas haga bien su trabajo.
Así que, al final, invirtiendo en bolsa vuelvo a ponerme en una posición en la que hago depender mi patrimonio futuro de alguien en algún despacho.
Lo fío todo al buen hacer de otros, sin tener ninguna capacidad de influencia y no me deja del todo tranquilo.
Por eso, probablemente, las acciones son una parte reducida de mi porfolio de inversión.
No aporto nada al mundo
Puede que esto te parecerá naif, pero creo que la inversión en bolsa es individualista. El resultado de mis inversiones tiene un efecto muy limitado en nadie que no sea yo mismo o mi familia nuclear.
Por eso, me gustan mucho más otro tipo de inversiones en las que siento que puedo aportar cosas positivas a otros, más allá de mi propio beneficio.
Me refiero, por ejemplo, a crear o invertir en empresas propias, a través de las que pueda crear puestos de trabajo.
Si alguna vez has tenido la oportunidad de darle trabajo a alguien, seguro que entiendes de lo que te estoy hablando.
Invierto para ganar dinero. Negarlo sería muy hipócrita. Pero pudiendo escoger, yo prefiero elegir aquellas inversiones que me hagan ganar a mí a la vez que ayudan a otros.
La semana que viene
Por eso, la semana que viene, te voy a contar (por fin) a qué nos dedicamos y cómo nos va en la productora de la que soy socio.
Nos vemos por aquí en 7 días. Si te ha gustado el contenido y no te quieres perder nada, te recomiendo que te suscribas.
Un abrazo.
Álvaro